miércoles, 13 de enero de 2021

Las historias

No he viajado mucho, pero he podido visitar diversos lugares gracias a los libros y a las películas. Algunos eran más bonitos que otros, pero todos eran interesantes. He estado en barcos balleneros, en castillos tenebrosos y pueblos remotos; varias veces he estado en Nueva York, ya fuera viviendo las andanzas de dos enamorados u observando la ciudad desde la ventanilla de un taxi. También he visitado muchas veces los míticos paisajes áridos del salvaje Oeste, donde he vivido decenas de duelos y viajes en diligencia. Incluso he estado en el futuro; una vez visité un mundo horrible en el que todos los libros eran quemados.

Gracias a las historias, he vivido guerras y romances, he visto monstruos horrendos y me he maravillado con paisajes hermosos. He conocido a bandidos, samuráis, policías, marineros, pistoleros… Las historias me han hecho reír, llorar, enfadarme, asustarme y saltar de emoción. Y creo que ya no podría vivir sin ellas.

Sofía de la Morena Moreno, 4° de la ESO C 


domingo, 20 de diciembre de 2020

Un libro

Un diccionario lo definiría como un conjunto de páginas escritas que narran una historia, dan información, o algo parecido. 

Pero yo no me definiría así.

Porque si lo pienso de una forma, 

soy un libro,

soy una historia,

soy un conjunto de emociones escrito por palabras, miradas, incluso silencios.

Escrita por personas, que están o se han marchado.

Escrita por noches de verano, por viajes de carretera, por atardeceres que curan heridas, ya no tan abiertas. 

Estoy escrita por libros,

estoy escrita por música, 

estoy escrita por películas 

y por recuerdos. 

Estoy escrita por dudas sin una no hiriente respuesta.

Estoy hecha de un pulso dubitativo que aparece en algunos párrafos.

Estoy hecha de sílabas en forma de pensamientos, algunos en el olvido, otros nunca dichos, pero la mayoría no son efímeros. 

De espacios en forma de miedos, 

de puntos y comas en forma de suspiros,

de guiones en forma de risas y llantos,

de párrafos en forma de etapas, 

de frases en forma de cicatrices, 

de un libro en forma de todo lo que puede llegar a transmitir.

Emociones a flor de piel:

Una persona

Julia Oca Sánchez, 3° ESO B 

miércoles, 16 de diciembre de 2020

 Las apariencias no lo son todo

Y todo comenzó ...


días antes de la gran sorpresa cuando todo estaba en silencio y llegó él el más esperado, un día especial, único e irrepetible; un día de tradiciones y de mucho amor; este día somos más felices que un niño cuando abre los regalos el 6 de enero.


Por dentro no tengo ganas de navidad desde hace relativamente poco tiempo, pero intento sacar mi mejor traje de mi misma con esos complementos: mi sonrisa, mi mejor carácter y mi mejor y mayor positividad. 


Todo comenzó cuando la persona que más  quería, cuestión de una semana antes de estas celebraciones, me soltó de la mano para siempre, un momento único; sólo le puedo decir dos únicas palabras: gracias y te quiero.


Sigo sin comprender como en el  momento menos esperado la vida te puede engañar de tal forma. 


La mayor enseñanza que me dio fue que siempre sonría con el corazón.


Mª Victoria Eugenia Resino Corrochano, 3° ESO C

domingo, 13 de diciembre de 2020

 Buscando la felicidad

Un día me preguntaron qué era la felicidad , y no supe dar respuesta.

Pero hoy me he parado un poco a pensar, y me he dado cuenta de que la felicidad se tiene que parecer mucho al abrazo de un abuelo cuando llevas tiempo sin verle, y a esa sonrisa que se contagia. Seguramente la felicidad se parezca mucho a cuando tu madre te hace tu comida favorita ese día que estás regular o cuando tu padre te lleva a la cama cuando te quedas dormido en el sofá. 

Tiene que ser algo parecido a cuando te hacen reír por cualquier tontería, cuando te encuentras una carta antigua en el cajón de los recuerdos o a cuando vences eso por lo que estabas luchando. 

La felicidad se tiene que parecer mucho a cuando consigues llegar a la meta, cuando descubres que puedes con todo. 

Algo como por fin no equivocarse de acorde en la canción que llevas tanto tiempo ensayando. Como coger una guitarra y que el tiempo vuele. Como llegar al banco de la iglesia y sentir que verdaderamente estás con Dios. 

Tiene que parecerse a cuando unos ojos te miran sin parar, cuando unas manos te agarran bien fuerte y unos pies te acompañan a cada paso. 

A cuando ves el sol después de tanta lluvia y cuando sientes el mar en tus pies.

Seguramente se parezca al calor de un hermano, o a las palabras exactas en el momento justo. 

No sé qué es la felicidad, puede que no sepa dar una respuesta exacta , y posiblemente tampoco correcta. Pero si puedo hablar de todo esto, incluso más; mucho más. 

Es lo más parecido a ello que conozco.


Patricia María Barquillo Madroñal, 3° ESO C


miércoles, 9 de diciembre de 2020

Carta prohibida 

Querida Luisa, 


¿Te lo puedes creer? Seguro que te reirás de mí al saber mi desgracia, ya que a ti, tanto como a mí, te gusta leer. 


He llegado a un punto en mi vida en el que mi madre me lo prohíbe todo. Ni móvil, ni redes sociales, ni salir con amigas (contigo), ni hablar con chicos, etc. ¿Si no, qué hago escribiéndote un correo cuando existe el WhatsApp? Tengo ya los dieciséis años pero me trata como si tuviera dos. Ciertamente, he vivido sin que eso me haya afectado mucho, me reconfortaba cuando por las noches leía y escribía lo que me pasaba o cuando me escapaba; pero ahora ya ha sido el colmo. He traído el libro que me dejaste, ¿te acuerdas? Aquel que se llama Zatoro de un escritor que además es filósofo y profesor, llamado Miguel Argaya. Creyendo que le gustaría, me puse a leer para que me viera y cuando lo hizo pensé "¡Por fin! Ahora ya podrá estar orgullosa y no me tratará como a una enana". Me equivocaba, en vez de eso me riñó y quitándome el libro añadió la frase que tanto le gusta "¡TE LO PROHÍBO!" Ahora me he escabullido para escribirte.


Si quieres, puedo conseguirte un nuevo libro, con autógrafo y todo, ya que el tuyo no lo volverás a ver. Lo ha quemado. 


En fin, esta es otra de mis tragedias. Cuando pueda, me escapo para vernos. 


Recuerdos a la familia, 


Rebeka 


Katia Guinart Ganuza, 4° ESO A 

domingo, 6 de diciembre de 2020

Poema 20

 Podría escribir los versos más tristes esta noche. Tal cual empieza el poema veinte de Neruda, aunque nadie experimenta el dolor de la misma manera cuando algo se va.


Rápido y sin opción a despedirse. Creciendo la distancia y dejando hecho pedazos el "vuelo" que un día cantamos desafinado reventando el altavoz del coche. Sonó tan alto para no hacerlo nunca igual.


Me bajaron el volumen de golpe, y la niña que siempre evitó escuchar empezó a comprender que nunca echamos de menos las canciones pero si con quien las cantamos, al igual que no echamos de menos los lugares sino la época en la que fuimos parte de ellos.


Te hubiese regalado un verano eterno basado en botellines, canciones, y noches perdidas de poesía.


Pero nunca supiste mirar dentro. Nadie te enseñó que el envoltorio nunca es parte del regalo; y tan sólo te quedaste con la niña de ojos verdes y cabellos rubios, que no llega al metro sesenta y el moreno le aguanta poco.


No te arriesgaste a conocerla y aguantaste dos años al otro lado de la coraza. 

Te perdiste que escribía, que he llorado demasiadas veces por ti y que nunca me gustaron los regalos. 


Pero yo también olvidé que no puedo compartir  contigo la cerveza, ni las canciones de Andrés Suárez porque no las sientes, y jamás leerías lo que escribo porque es todo lo que llevo dentro, pero tú preferiste el envoltorio.


Tan solo me has dejado destapada.


Ya no te quiero, es cierto, pero tal vez te quiero.


Aunque este sea el último dolor que tú me causas, y estos los últimos versos que te escribo.

Victoria Oca Sánchez, 2° Bachillerato Letras

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Ensueño en mi menor 

Anoche soñé contigo,

sonaba de fondo Chopin en mi menor

y el calendario marcaba un martes trece, 

que es mi día de suerte si estás conmigo.

Tus ojos, café de mis desvelos, 

volvían a brillar al tener los míos de reflejo.

Repetías eso de:

"Anda tonta, si eres a la que más quiero",

y me rodeabas con tus brazos, 

paraíso de mi anhelo.

Nos esperaba, empolvado, 

aquel tablero de ajedrez

testigo de tantas noches sin término,

y cumplíamos todas las promesas 

que en la realidad ya se habían disuelto.

Anoche soñé contigo, 

de mis mejores idilios,

de mis peores resacas.


Claudia Cordero Rubio, 2° Bachillerato Letras

domingo, 29 de noviembre de 2020

 Una vez más 

No comprendía por qué me hablaba así, al igual que no comprendía la mitad de sus acciones, sus ideas, sus frustraciones y sus gritos tras darse cuenta de que nada salía cómo quería que habían venido sucediéndose, como en un ciclo sin fin, en los últimos meses. 

Todo podía ser porque anhelaba imposibles, sostenía sus pretensiones sin sentido con la firmeza de quién defiende aquello que ama pero sin poder ocultar el odio de aquel que no acepta sus limitaciones. 

Tan pronto intentaba calmarle, me reprochaba que yo estaba en su contra, que no creía en él, igual que los demás. Si supiera que en él tengo mis más altas expectativas ya cumplidas, que no necesita hacer nada estrafalario para impresionarme, quizá así se tranquilizaría; pero yo, yo era inexplicablemente incapaz de decirle eso. Era como dejarme sin coartada, como asegurarle mi amor a pesar de sus numerosos defectos. Sí, así era, pero algo dentro de mí no cesaba de repetirme que obviamente él no podía saberlo. 

Cuarenta minutos y volvió. Se había quebrado antes de lo habitual. Normalmente el orgullo le aguantaba una hora. Lo importante es que venía, con ojos llenos de pena en busca de comprensión y balbuceando tonterías que venían a decir perdón. Y así nos quedábamos mirándonos mucho rato una vez más, mientras me recordaba que no volvería a pretender cosas tan absurdas y se centraría en lo verdaderamente importante. Y yo naturalmente le creía, sabiendo que si volvía a hacerlo, le esperaría para cobijarle, a él y a sus miedos, una vez más. 

Sandra Mª Barquillo Madroñal, 2° Bachillerato Letras